lunes, 14 de octubre de 2013

LA VERDAD SUPREMA

Un hombre miraba la inmensidad del mar parado en la playa  y se repetía una y otra vez así mismo:
-He alcanzado la meta, ya no hay un más allá de la inmensidad de este mar. Esta es la verdad suprema y la meta final.
Todos los días el hombre iba a observar la inmensidad de su mar, su verdad suprema, su meta final., y se llenaba de orgullo propio al ver que ningún otro hombre había sido capaz de llegar a donde él, pero un día, en el horizonte de su verdad suprema, vio un bote venir.
-Imposible, -gritó-, más allá de la inmensidad de este mar no hay nada más. 
El bote llegó a su playa y un hombre descendió de el.
-Hermano, -dijo al descender del bote-, por fin he llegado al principio de mi carrera, desde aquí empezaré a buscar la verdad suprema e iré en busca de la meta final.
-te equivocas, -dijo el hombre de la playa-, ésta es la meta final y la suprema verdad, no hay un más allá de la mar que te arroja.
-¡Oh hermano! -dijo el hombre del mar-, permiteme decirte que más allá hay islas, donde los hombres se aíslan de la verdad, de eso vengo huyendo y voy en busca de algo más, y más, hasta encontrar la verdad y alcanzar mi meta.
-Estás loco, -dijo el hombre de la playa-, por favor no corrompas mi playa, no hagas mentiras de mi verdad. Aléjate y déjame en paz. Esta es la verdad suprema y no me podrás engañar.
-Como gustes, -dijo el hombre del mar-, te espero allá, en la suprema verdad, en la meta final, espero que pronto entiendas que esto es solo el principio y puedas avanzar.
El hombre de la playa se sentó sobre la arena y se puso a meditar. En su mente había una guerra constante que le robó la paz. Se preguntaba una y otra vez si en verdad esa sería la verdad suprema o si a sus espaldas existía una verdad más excelente y una meta mejor. poco a poco se sintió vacío, ya no había orgullo en su meta alcanzada, ni paz en su suprema verdad. hasta que un día lo decidió, iría en busca de otra verdad y de otra meta, hasta que pudiera llenar el vacío interno que el hombre del mar le había dejado. Tomó lo que tenía y emprendió su aventura, dejando atrás la verdad  y la meta de su mar. Pronto llegó a un valle y vio sus árboles frondosos y sus frutos frescos, escuchó el canto de las aves, olió la dulzura de sus flores. 
-¡Esta es la verdad suprema y la meta final! -gritó a toda voz-.
Los demás hombres que estaban en el valle, gritaron: -¡Amén! 
De pronto, el hombre de la playa sintió que una mano le tocaba la espalda, era el hombre del mar.
-Veo que decidiste buscar una verdad más excelente y la meta final, -le dijo-.
El hombre de la playa agachó su mirada y dijo:
-Debo confesar que estaba equivocado, aquella playa y aquel mar no eran la suprema verdad, sentí un vació en mi alma cuando te fuiste y vi que ese no era mi lugar, así que partí de allá y pronto he encontrado en este valle la suprema verdad...
-Para hermano, para. ¿Es que no lo ves? este valle tampoco es la meta final, ni la suprema verdad, sólo es un camino que debes seguir para a ella llegar. Te propongo seguir juntos con la búsqueda, te acompaño hasta alcanzar la meta y encontrar la verdad.
Los dos hombres abandonaron el valle ante las recelosas miradas de los que allí se quedaban.
-Pobres, -pensaron-, acaban de abandonar la verdad.
Pronto los dos hombres llegaron a las faldas de una montaña, el aire era fresco y puro, los arroyos cristalinos brincaban entre las rocas y miles de animales vivían en paz. 
esta si es la verdad, pensó el hombre de la playa. Pero el hombre del mar siguió caminando. Después subieron a la montaña, los pinos se alzaban majestuosos hasta el cielo, y había vida a donde miraran. Los colores y los olores eran vida por sí mismos, y la claridad del oxigeno abrió la mente de los hombres a un mundo que ni siquiera habían imaginado.
-¿Aquí si es la verdad suprema y la meta final? -preguntó el hombre de la playa al hombre del mar. 
-Aún no,  -contestó- , falta un poco. Este es el camino a seguir, ten paciencia y esfuérzate, pronto verás la verdad suprema y alcanzarás la meta final.
Cuando llegaron a la cumbre de la montaña, el hombre de la playa volvió a pensar que no había más a donde avanzar, igual que cuando miraba la inmensidad de su mar, pero su acompañante, apuntando con su dedo, le dijo:
-Mira hacia arriba.
Entonces el hombre lo comprendió todo, al ver una montaña alta que antes no había visto, y hombre y mujeres subiendo desde los mares y los valles y montañas de todas partes. Y en la cumbre de esa montaña, la gente se elevaba hacia las nubes, siempre en la búsqueda de la meta final y de la suprema verdad, internándose en la profundidad de ese mar infinito que envuelve a todo mar...

lunes, 1 de julio de 2013

Tú, que conoces el fin desde el principio y el principio desde el fin. Tú, que estás en todo tiempo, en todo lugar y en toda dimensión. Tú que te has creado a ti mismo por la misma voluntad de existir en millones de formas y en millares de años. Tú, que lo sabes todo porque todo de ti a emanado. Tú, y solo Tú. Eres el único capas de responder mi interrogante.
     ¿De dónde han brotado mis alas? Sí mis moléculas ya fueron antes, una parte del todo o el todo de algo, ¿tendrán memoria de lo que han sido y soñarán con lo que mañana serán? Si ayer fui una gota del roció, ¿mañana seré todo un mar? 
     Lo pregunto porque creo recordar, que antes fui algo grandioso y al caer en el polvo fui muchas cosas pequeñas. Recuerdo o creo recordar, que volé en el pico de un ave, que fui la raíz de una flor, que partículas de polvo esparcidas, nutrientes en sabia  en la matriz del cielo. Recuerdo también ser vapor, elevándose a la nube para caer en la hoja de un árbol. Recuerdo esto y algo más, es por eso que me atrevo a preguntar.
     Sólo tú me puedes contestar. Sí, Tú, que conoces el fin desde el principio y el principio desde el fin.

viernes, 21 de junio de 2013

PROFUNDA ETERNIDAD

Caminaban en la oscuridad, en una noche de estrellas. El León que arde, la amante del infinito y el camaleón.
     El camino era el que recorrían todas las noches, (camino que no los volvería a ver nunca más, no a los tres), el asar de la riqueza más pura enriquecía su caminar, y las luces voladoras, almas que murieron felices los iluminaban, al fondo se miraba la tierra de fuego, pero su destino era el valle silencioso.
     Corrieron el último tramo del camino y se adentraron al valle silencioso, hasta el lugar desolado, donde no hay vida ni muerte que lo habite. El león que arde le dijo al camaleón:
     -Enséñame los secretos de las estrellas y yo te enseñaré mi paz interior.
     Es un trato justo, -dijo el camaleón-. Apuntando con su dedo hacia el cielo comenzó con la lección:
     -Aquella constelación es Andrómeda, hija de Cefeo y Casiopea, Perseo la libró del gran monstruo marino y la hizo su esposa. Aquella otra es la osa menor, en ella habita la estrella polar. Aquella otra constelación es unicornio, maravilloso animal imaginado (?) por los antiguos poetas. Y la última constelación que te enseñaré hoy es aquella, la más hermosa de todas, su nombre es Orión, el gran cazador que murió en manos de Artemisa. Los que saben también la nombran como la puerta del cielo, eso es lo que le da su belleza.
     -Ahora es tu turno, -le dijo el camaleón al león que arde-, enséñame tu paz interior.
     -Escucha con atención; en la soledad del pensamiento encontré la más hermosa paz, me pude comunicar con Dios, encontré lo que algunos llaman fe, yo lo llamo amistad pura y sincera con el cielo. Al mismo tiempo encontré la cordura con mis hermanos de especie y también con mis hermanos más pequeños. Pero es paz interior no llega sola, tienes que pedirle al cielo con todas tus fuerzas que te la envíe y tienes que luchar por ella, y ya por último tienes que aprender a reconocerla cuando llegue a ti y aceptarla, porque hay muchos que piden y cuando reciben no reconocen que están recibiendo lo que pedían, y lo rechazan. No seas tú como ellos, pide, recibe, y acepta la paz interior.
     La amante del infinito escuchaba en silencio la platica del león que arde y del camaleón. Después de un rato rompió el silencio y les dijo:
     -Está bien, ustedes ya se enseñaron muchas cosas interesantes, pero a mí no me han enseñado nada, ¿qué es lo que me van a enseñar?
     El león que arde gritó:
     -Enseñemos le a la amante del infinito la profundidad de este abismo, arrojemos la a el.  
     El camaleón gritó: 
     -Arrojemos la.
     La amante del infinito con voz apacible les dijo:
     -El abismo es profundo, es una eternidad, si me arrojan ¿qué quedará de mí?
     El león que arde y el camaleón se asomaron al abismo, no era tan profundo, pero la amante del infinito no le veía final, para ella era un abismo profundo y eterno.
     Siete días después, ya cuando aquella noche se estaba olvidando, la amante del infinito tuvo que ser arrojada al abismo y no tenía posibilidades de defenderse, ahora era la muerte que habitaba el abismo, el lugar sin vida, valle silencioso.
     El camaleón y el león que arde enloquecieron, cada uno en su forma, cada uno en su soledad, jamás se volvieron a ver. En el corazón de ambos se escribió la respuesta a aquella pregunta.
     ¿Si me arrojan al abismo que quedará de mí?
     Solo el polvo y el recuerdo y miles de lagrimas ahogadas en dolor. Pero ese polvo y ese recuerdo y esas miles de lagrimas son ahora las estrellas que admiramos en el cielo y que nos regalan esa paz interior.

   

jueves, 20 de junio de 2013

LA ÚLTIMA MALDICIÓN

Dos pétalos de rosa vi caer desde tu mano hasta la tierra, como gotas de lluvia cayendo de la nube al mar. lo vi desde el sol y la luna me lo platicó como si nunca lo hubiera visto. 
      -Maldita sea la tierra -grité-, como si la tierra fuera la culpable de tu caída.
      -Malditos rosales -grité-, como si ellos hubieran abierto tu mano.
      Y que perverso sol que me aprisiona en sus llamas y no me deja verte. Y que sangrante luna que abre el recuerdo de la herida una y otra vez. Y lloré hasta sofocar el fuego del sol y le maté, y la luna se lleno de agua y la ahogué. Así quedé libre de mi prisión y fui a verte, más no te encontré, pero encontré escrito en una piel la verdad; los pétalos no eran pétalos, el rosal no era rosal, los pétalos eran gotas de sangre, el rosal la herida de tu piel. Y el sol no era sol, y la luna no era luna, el sol era mi corazón y la luna mi conciencia. Y la tierra que maldije no era tierra, era tu sepulcro natural, abismo de los dioses, prisión de libertad. Maldita sea la hora en que solté tu mano enviándote a la inmensidad.
      Esta es la última maldición que mis labios pronunciarán.

miércoles, 15 de mayo de 2013

MICTLAN




En el umbral de mi puerta llora una sombra:
Soy tu soledad y me acompaña tu dolor.
Hay un mundo más allá de tu imaginación,
Un mundo donde no existe nada
Y la nada es quien gobierna.
Un mundo donde la oscuridad se confunde con la niebla.
La luna oscura arrulla al fuego que no quema.
El vacío se llena de la inexistencia
Y la vida entera es una blasfemia.

Este es el final de todos los caminos y los tiempos
Donde los que nunca se conocieron se encuentran,
Donde los que amaron odian y los que odiaron detestan.
Este es el final de todas las vidas y los sueños.

La sombra entra en mi casa llorando:
He venido a llevarte a ese mundo,
En donde las sombras se mezclan con las sombras
Y el aire envenena a quien lo beba.
Un mundo plagado de histerias,
Donde no crece nada y no hay nada que crezca.
El agua muerta protege a la flor del dolor.
Allí el principio nunca empieza
Y el final jamás termina.

Este es el final de todos los saludos y el adiós
Donde los que se conocieron no se encuentran,
Donde los que se vieron jamás se verán.
Este es el final de todas las preguntas y las respuestas.

La sombra me abraza y cierra mis ojos:
Este es tu nuevo mundo del cual nunca saldrás.
Mundo donde el frío mata y el calor resucita,
Aquí no existe ayer ni mañana
Y el hoy es una venganza.
Mundo oscuro en calma que devora mi alma.
La vida se acaba y la muerte se estanca.
Este es el final de todos los caminos
Toda esperanza es vana.

Mictlan la llaman, el mundo de los muertos.
La sombra me llevó llorando.  

EN LA HORA MÁS OSCURA DE MI AMOR




En la hora más oscura de mi amor
Una estrella de mar al cielo escapó
Y en la oscuridad escuché la voz de tu alma,
Que decía: silencio, es hora de actuar.

“Un ángel cayó del cielo, cayó en mi corazón,
fundó en mi alma un paraíso perdido
y me enseñó el camino hacia la perdición,
mientras los poros de muerte invaden a la que vida no dio.”

En el canto más callado de mi voz
Silenciaba el llanto de un sepulcro
Y en el silencio miré la luz de tus ojos
Que alumbraba la oscuridad de mi andar.    “”

En la oscuridad te sentí temblar y oí tu adiós,
En la misma oscuridad se reflejaba la luz de la luna
En una lágrima amarga y falsa,
Limpié ese llanto en tu mejilla exigiendo verdad,
La hipocresía no es mía y no hubo labio que bebiera
De esa agua y se secó en el abismo de la desesperanza.   “”

En la hora más oscura de mi amor,
En el canto más callado de mi voz,
Encontré lo que jamás había perdido
Y perdí lo que nunca jamás tuve.
El ángel que cayó en mi corazón
Se secó hasta la muerte
Y me dejó vivo, sin alma y corazón.
En la hora más oscura de mi amor
Invadí de muerte a la que vida no dio
Y hoy ya somos tres infértiles,
El ángel, ella y yo.   

BLASFEMIA




Ya no quiero vivir, no de esta forma.
¿Dónde está aquella que con sus labios dijo amor?
¿Acaso es la que se va en otras manos ignorando mi dolor?
¿Dónde está el amigo que un día me cubrió del frío?
¿Acaso es el que invisible se inyecta un adiós?
¿Y dónde, dónde está el que me habló de Dios y de su amor?
¿Acaso es aquel ebrio de mirada perdida y sin fe?
¿Y los que me dieron la vida, los que me trajeron al mundo?
¿Acaso están en un lugar aparte de su propia soledad?
¿Dónde están los que se preocupaban por mí?
¿Acaso son los que me apuntan con su dedo?
¿O serán aquellos que con sus labios murmuran y se burlan?
¿Y dónde está, el mismo Dios que tanto me amó?
¿Acaso es el que guarda silencio y no escucha mi llanto?

Hay muchas formas de llorar.
El llanto que moja la piel;
El que envenena el alma;
El que se ahoga en un grito;
El que se pronuncia en silencio.
También hay una unión de todos ellos.

Ya no quiero vivir, no de esta forma.
Ayúdame Señor y perdona mi blasfemia

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